viernes, 28 de septiembre de 2012

La construcción de nuestro cuerpo como templo

Articulo publicado en Verdemente
Lo más importante en la transcendencia del hombre es tener ese sentimiento de gratitud por el regalo de la vida y la dedicación a perfeccionar su CUERPO COMO UN TEMPLO en todas sus dimensiones energéticas. Tomar conciencia de todos sus energías, de todas sus acciones, de todos sus encuentros.

Uso el concepto de Templo como cualquier materialización en esta tierra que tiene su inspiración en las profundidades de una paz y armonía cósmica de su propio ser. 

Si partimos de una vivencia cósmica de armonía en nuestro interior y la proyectamos a nuestros cuerpo energético y material, lo recibimos con nuestros sentimientos y emociones, nuestra vitalidad, nuestras energías físicas, guiados por nuestra consciencia que nos conecta y une todas nuestras energías, dando lugar a una somatización armoniosa de nuestro cuerpo material, a un cuerpo como Templo o un cuerpo como Obra de Arte.

Pero la vida nos hace expander también al revés nuestras energías desde lo material a nuestro espacio cósmico buscando satisfacer nuestras necesidades de vivencias de nuestra profundidad, del silencio y de la paz y armonía de nuestro microcosmos interior una vez satisfechos los materiales.

Para mi la vida es un vaivén de lo material a vivencias microcósmicas y al revés.
En este flujo de nuestras energías sin obstáculos, libre de alejarnos a nuestro microcosmos y volver otra vez a nuestra realidad material, depende la perfección de nuestro cuerpo energético y material. Este flujo de energías solamente puede producirse cuando somos LIBRES en nuestras conciencias y energías . Solo la LIBERTAD de nuestros movimientos y su toma de conciencia nos deja transcender. 

El problema en nuestra sociedad es que se nos enseña crear nuestro cuerpo con unos patrones preestablecidos de conciencia y valores materiales y no de una conciencia libre, fruto de nuestras propias experiencias. No se nos enseña de ser realmente auténticos y sinceros. No tenemos la libertad de ser nosotros mismos en cualquier momento, sin dañar a nadie. Estamos pendientes de culparnos, de compararnos con otros, de sufrir nuestros fracasos por no alcanzar los patrones que nos impone la sociedad. Del cuerpo emocional uno se olvida, ni siquiera se sabe que existe, ni de la gran importancia para el hombre. 


Arim  Zmork Bauer

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